PALERMO
De la ciudad púnico-romana
han llegado hasta nosotros escasas trazas (trozos de muralla).
Entre los hallazgos más interesantes encontramos mosaicos
que formaban parte del pavimento de época romana y
un Efebo, ahora ubicado en la sede municipal. Una basta necrópolis
nos ha devuelto material vario de época púnica
y romana, que comprende preciosas cerámicas áticas.
La Palermo de los tiempos Normandos está caracterizada
por una serie de monumentos prestigiosos realizados en un
estilo que recuerda a la cultura árabe y bizantina.
Desde San Juan de los Leprosos (1072) a San Juan de los Eremitas
(1132), con sus cinco hinchadas cúpulas morescas, desde
Martorana (Santa Maria del Almirante del 1143) y San Cataldo
(1161), casí intacta y bien restaurada con sus tres
cupulitas rojas, así como la iglesia del Santo Spirito
del Vespro (1178) y la Morada o Santissima Trinidad (1194),
con su claustro, estos monumentos coronan la estupenda Catedral
de la Asunción del 1185, la cual sufrió sucesivas
reconstrucciones que van del siglo XIV al XVI, y que culminaron
con la reconstrucción del interior y de la cúpula
de F.Fuga (siglo XVIII), que poco dejaron salvo la cripta
y el ábside, de la construcción basilical original.
Tras la imponente fachada del siglo XVI-XVII, se erige el
Palacio de los Normandos perteneciente a los siglos XI y XII
construído tras la fortaleza árabe, cuyo núcleo
(con la torre de los Pisanos, la habitación del Tesoro
y el Salón Superior, con la intacta Capilla Palatina,
de admirables mosaicos, con la sala del rey Ruggero, aquella
de los Armígeros) custodía un complejo de alta
sugestión y único en su género.
Sobre el área del desaparecido parque normando se encuentran
los pabellones que han resistido de la Zisa, con la fuente
del centro del salón, de la Cuba, de la Cubula y de
los restos del palazzo Uscibene, con su sala árabe
y la pequeña iglesia normanda.
Al período que va desde los Normandos al siglo XIV pertenecen
los “Steri” o Palacio Chiaramonte (1307), los palacios Sclafani
y Artale y los pórticos de las iglesias de San Agostino y
San Francesco.
Las formas góticas y catalanas tuvieron su continuidad en
el siglo XV con las iglesias de Santa Maria de Jesús y de
los Arrepentidos, que cuenta con el magnífico pórtico de la
catedral y los palacios Arcivescovile, Marchesi, Pietratagliata,
el más conservado. Al final del siglo el arquitecto M.Carnelivari
introdujo formas renacentistas en los palacios de Aiutamicristo,
Abatellis (magnífica sede de la Galería Regional de Sicilia,
que contiene insignes obras maestras) y en Santa Maria della
Catena).
Pertenecen al siglo XVI Santa Maria in Porto Salvo (1531),
de A. Gagini, penosamente reconstruidas Santa Maria de los
Milagros (1547), probablemente obra de Fazio Gagini, San Giorgio
dei Genovesi, San Giovanni dei Napoletani y los palacios de
los Scavuzzo y Santa Ninfa, la Porta Nova y la Porta Felice,
la monumental fuente de piazza Pretoria, mientras que a resguardo,
entre las nuevas calles Maqueda y Cassaro, surgieron, a inicios
del siglo XVII los “Quattro Canti”: una de las
más originales soluciones urbanísticas de la
Italia del siglo XVII (1609/20).
El Barroco dejó la huella más llamativa de la
ciudad, los palacios Ugo, Villafranca, dotados con suntuosas
decoraciones internas, Spaccaforno, Tarallo, Cuto, Butera,
las iglesias de Santa Caterina, de la Olivella (San Ignacio),
del Jesús de San José (de Giacomo Besio), San
Mateo, San Dominico, de la Piedad (de G.Amato), del Salvador
(de P Amato), valientes arquitectos a los cuales debemos las
numerosas iglesias de Palermo. Así como en el siglo
XVIII domina la escultura de G.Serpotta con los estucos del
Rosario, de Santa Zita, de San Lorenzo en el siglo XVIII predominará
la creación de parques, tales como aquellos de; Villa
Giulia y de la Favorita. Es preciso, sin embargo, recordar
en la segunda mitad del siglo la obra neoclásica de
V.Marvuglia: el oratorio de San Felipe Neri la villa de Belmonte,
el Palacio Geraci; el palacete chino de la Favorita.
En el siglo XIX se realiza el imponente Teatro Massimo (1875-1897)
del Basile; que debe su nombre al hecho de que en la época
era el más grande teatro italiano y el tercero en Europa.
También el teatro Politeama de G.Damiani (1874) pertenece
a este período.
Entre las sedes expositivas son de gran relevancia: el Museo
Nacional Arqueológico con sede en el Convento de los
Filipinos; el cual alberga material procedente de varias zonas
de Sicilia y de importantes colecciones; de particular interés
son la metopas del templo C y del templo E de Selinunte, objetos
griegos y etruscos, la colección de anclas antiguas
y demás restos prehistóricos, el Museo arqueológico
Fondazione Mormio, la ya mencionada Galería nacional
de Sicilia, el Museo diocesano, con objetos y pinturas procedentes
de las iglesias de la diócesis, la Galleria d’arte
moderna, el Museo de Risorgimento, el Museo etnográfico
G.Pitre, uno de los más importantes de Italia, y por
último el Tesoro de la Catedral, que cuenta con orfebrería
y tejidos, que van de la época normanda a finales del
siglo XVIII.
El observatorio astronómico, construído en el
1790 sobre la torre Santa Ninfa sita en el Palacio Real, que
se hizo famoso por el descubrimiento del pequeño planeta
Cerere, por parte de Giuseppe Piazzi en el 1801.
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