LECCE
En sus calles y en sus patios
dominan una gracia y una elegancia originales y particulares
que tienen su ascendencia en las lejanas tradiciones decorativas
del románico pugliese, aunque estas en un segundo momento
se emparenten con el barroco de tipo romano.
Una de las expresiones
más fascinantes de este particular gusto es la fachada
de la Iglesia de Santa Cruz, obra maestra de Francesco Antonio
Zimbalo, junto con la contiua fachada del convento de los
Celestinos, hoy sede de la prefactura. Escultor-arquitecto,
Zimbalo sobrepone con genial originalidad sus mantos plásticos
barrocos a estructuras arquitectónicas todavía
del siglo XVI.
A la excepcional floritura del barroco de lecce contribuyen
las posibilidades decorativas del material usado, una piedra
arenisca de excepcional homogeneidad, de un bonito color rubio
dorado, normalmente señalado como “piedra leccese”,
compacto y de fácil manejo.
Entre los edificios que componen la elegante escenográfia
de la plaza de la catedral de la ciudad, debemos recordar
además de la Catedral, el palacio del seminario de
Giuseppe Cino, una de las obras más representativas
del último barroco, Santa Clara con su excepcional
fachada.
El característico lenguaje arquitectónico de
Lecce se manifiesta así mismo en las iglesias del Rosario
y de Sant’Angelo de Giuseppe Zimbalo, sobrino de Francesco
Antonio, en aquella de San Matteo cuenta con una bella fachada
concavo-convexa (la única ligada a una planta verdaderamente
barroca y todavía en los palacios de Carafa (municipio),
Rollo y Giromini.
En el Museo provincial Sigismondo Castromediano se conservan
vasos mesápicos y romanos.
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